miércoles, 14 de diciembre de 2011

Buenas herramientas {para salir adelante}

Domingo 27 de noviembre de 2011 | Publicado en edición impresa
Sociedad

La Fundación Forge ayuda a jóvenes con programas de inserción laboral. Tres ejemplos de perseverancia
Por Lila Bendersky  | Para LA NACION
   
 
Equilibrio. En una de las aulas de la Fundación Forge, aprendices de camareros se forman y, a la vez, se divierten. Foto: Daniel Pessah
El desempleo juvenil es un problema que afecta a toda América latina. Según el economista argentino Bernardo Kliksberg, autor del libro Es difícil ser joven en América Latina, más de 7 millones de jóvenes de la región se encuentran desempleados. Con el propósito de neutralizar esta problemática, nació en 2005 la Fundación Forge que, a través de un programa de capacitación e inserción laboral, facilita el acceso a un primer trabajo de calidad a jóvenes provenientes de familias de bajos recursos. En los seis centros que la ONG tiene en la Argentina y Uruguay se formaron más de 2300 chicos, de los cuales 1300 fueron capacitados en 2010.
El primer contacto se produce en los colegios secundarios, donde los alumnos de 5° año reciben una charla sobre los cursos gratuitos de formación y empleo que se realizan en Forge. "Muchos pertenecen a familias en las que, en dos o tres generaciones, nadie tuvo un empleo en blanco. Tienen una visión dura del mundo laboral", explica Hugo Masci, vicepresidente de Forge. Durante el primer año de formación, los jóvenes se capacitan en una orientación laboral específica, que va desde la logística hasta ventas y atención a clientes. Cuando finalizan el secundario, son presentados a las empresas que integran la red laboral de Forge. "Generamos un puente entre los colegios y los futuros lugares de trabajo. Buscamos que los jóvenes estén en condiciones de dar el salto al mundo laboral y que para las empresas un chico Forge sea una garantía de trabajo, seriedad y responsabilidad", sostiene Masci. Durante el segundo año, los chicos continúan conectados a través de las tutorías para reforzar el aprendizaje y crecer en el empleo.
Frente a la problemática del empleo, la Fundación Forge demuestra con su labor que cuando a los jóvenes se les da la oportunidad de formarse para un futuro mejor, ellos aceptan con compromiso y responsabilidad el desafío.

Diseñando el futuro

Nombre: Fernando Trilles
Edad: 20 años
Trabaja en: Musimundo
Mientras Fernando Trilles cursaba 4°año en el Escuela Normal N° 5, le propusieron capacitarse laboralmente en la Fundación Forge. En ese entonces, la propuesta no lo convenció ni a él ni a sus padres. Un año más tarde se acercó a la sede de Barracas para anotarse. Su papá había perdido el trabajo y la plata que ganaba su mamá como empleada de limpieza no alcanzaba para sostener los gastos de la casa. Fernando, el único hijo varón del matrimonio, decidió hacerse cargo de la situación y empezar a trabajar. "Me di cuenta de que era una buena oportunidad no sólo para ayudar a mi familia, sino también para formarme y apostar al futuro", sostiene el verborrágico muchacho de 20 años.
Si hay algo que caracteriza a Fernando es el buen trato que tiene con la gente y el entusiasmo que le pone a todas las actividades que realiza. "Durante su primer año en Forge tuvo un desempeño excepcional. Siempre estaba bien predispuesto a todas las propuestas", afirmó Patricia Pérez, directora general de la fundación. Para Fernando, generar un buen clima con sus compañeros era fundamental. "Se armó un grupo espectacular con los chicos de ventas. En los recreos, armábamos torneos de truco y tomábamos mate con galletitas. Se respiraba un clima tan cálido y uno se sentía constantemente acompañado", recuerda el joven.
Su primer empleo lo consiguió en el local de Musimundo de Acoyte y Rivadavia, donde desde 2009 se desempeña en Atención al Cliente. Con apenas 18 años se calzó el traje de la empresa y arrancó a trabajar en una de las fechas más complicadas y agotadoras para cualquier vendedor: el Día del Padre. Fiel a su estilo, aceptó el desafío y salió victorioso, ya que todos quedaron impresionados con su trabajo.
Todos los meses, el joven aporta un porcentaje de su sueldo en su casa. Asegura que nada le causa tanta satisfacción como ayudar económicamente a sus padres y poder verlos más tranquilos. También pudo darse algunos gustos al comprar discos de música electrónica, películas y ropa.
Se confiesa un fanático de las computadoras. Tan grande es su fascinación con la tecnología que este año comenzó a estudiar la carrera de Diseño de Imagen y Sonido en la Universidad de Buenos Aires. "Me llamaba mucho la atención las tapas de los CD de música. Con el Photoshop practicaba de manera artesanal en mi casa. Me encantaba lo que hacía, por eso decidí anotarme en la Facultad", destaca Fernando. Agrega que cuando se reciba le gustaría emprender un proyecto propio como diseñador. Entusiasmo no le falta.

Cambio de vida

Nombre: Luis González
Edad: 20 años
Trabaja en: la consultora Levin Global
En la vida constantemente hay problemas. Lo importante es encontrar la forma de salir adelante; aprender de los errores y seguir", afirma con convicción Luis González, que desde hace seis meses se desempeña como asistente de cuentas en una consultora de alcance nacional. Sucede que para este joven de 20 años la vida no siempre fue color de rosas. Pasó la mayor parte de su infancia en el humilde barrio Isla Maciel, en Avellaneda, en donde las oportunidades de conseguir un trabajo digno y de calidad son muy pocas. En su casa, la violencia familiar era un tema de todos los días. Luis aprendió de chico todo lo que no quería para su futuro. Frente a la adversidad, eligió salir adelante. Terminó sus estudios secundarios y consiguió, luego de haberse capacitado en Forge, un empleo que le permite ayudar económicamente a su madre.
Luis no reniega de su pasado porque está fascinado con su presente. "Con mi papá aprendí todas las cosas que no quiero ser. Odio la violencia, la aborrezco. Tampoco me drogo, porque creo que no tiene ningún sentido. Tras la muerte de mi padre, hice un clic y me propuse terminar la escuela secundaria. Quería un futuro mejor para mí y para mi mamá", explica. En quinto año llegó la propuesta de la Fundación Forge. Rápidamente se anotó. No podía dejar pasar esta oportunidad. Consiguió su primer empleo en una empresa de logística. Dice que eligió esa orientación, fruto de la admiración que tiene por sus tíos Pablo y Carlos, que siempre se desempeñaron en esa área. Un año más tarde cambió de trabajo para dedicarse a la realización de inventarios en una empresa.
Hace un mes volvió de un viaje de trabajo que lo llevó a recorrer el sur argentino. Asegura que fue una experiencia inolvidable, ya que visitó lugares que jamás pensó que hubiera tenido la posibilidad de conocer. Fue en Forge donde le consiguieron la entrevista para ocupar un puesto en la consultora de valuación y activos Levin Global. "A mí trabajar me cambió la vida. Me sirvió para darme cuenta de lo que soy capaz de hacer y ganar confianza en mí mismo. Tanto mi mamá como los profesores de la Fundación me apoyaron constantemente y me ayudaron a salir adelante", expresa el joven, mientras su madre, Sandra, lo mira orgullosa.
De lunes a viernes, cuando sale de trabajar, pasa por la confitería en donde Sandra se desempeña como moza. Ultimamente se ven poco, ya que ella trabaja de noche y él de día, pero aprovechan cada momento que tienen para verse y aunque sea charlar un rato.

El sueño del laboratorio propio

Nombre: Valeria González
Edad: 21 años
Trabaja en: Café Martínez
En la casa de los González, desde hace tiempo se escucha una frase: "Estudien, estudien. No es en vano. Siempre les va servir". Y Valeria, la mayor de cuatro hermanos, no hizo oídos sordos al consejo de su madre, Graciela. Siguió el mandato familiar al pie de la letra. No por nada llevó la bandera en todos los actos patrios del secundario.
A los 17 años, Valeria se encontró con una disyuntiva. Sabía que al terminar sus estudios secundarios comenzaría a trabajar para ayudar económicamente en su casa. En el taller de chapa y pintura que tenía (y tiene) su padre en Avellaneda, las cosas no iban bien. Era hora de aportar -como explica la joven - su granito de arena. Al mismo tiempo, no quería descuidar su formación académica. Desde pequeña, Vale soñaba con estudiar Bioquímica. Juntaba los diarios que encontraba en la calle y se pasaba horas leyendo las notas sobre diferentes avances científicos. Valeria sabía que sólo trabajando iba a poder seguir estudiando, y comenzó a buscar trabajo en los avisos clasificados.
Siempre se encontraba con el mismo obstáculo. Todos los anuncios pedían gente con experiencia laboral y ella sólo había cuidado al hijo de una amiga de su mamá. "Cuando vinieron al colegio a darnos la charla sobre los cursos de Forge, me cerró por todos lados. Enseguida me gustó la propuesta y me anoté", recuerda Valeria que cursó la orientación de Gastronomía en la fundación.
Apenas terminó de cursar, la joven consiguió un empleo de seis horas en un local de Café Martínez, en Belgrano. Para su primer día se preparó casi como si rindiera un examen. Se memorizó la carta de productos del negocio y repasó los apuntes que había tomado durante su paso por Forge. "Me puse el uniforme y me dijeron: Esa es tu primera mesa. Andá a atender. Estaba muy nerviosa. Tenía miedo de que se me cayera todo. Por suerte, salió bien." Lleva tres años trabajando en el local en el que asegura que encontró compañeros de trabajo formidables.
Desde que arrancó a trabajar, hubo muchos cambios en la vida de Valeria. Con su sueldo ayuda a pagar algunas cuentas de la familia. También consiguió alquilar un departamento con una amiga. Y como si esto fuera poco, en julio se recibirá de técnica de laboratorio.

Para saber más
Fundación Forge: Av. Regimiento de Patricios 251, CABA; 4300-7283/9678. También tiene
sedes en Pilar y San Isidro. En Uruguay se encuentra en Montevideo, Paysandú y Punta de Mangas. Está por inaugurar una filial en Perú.

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