martes, 27 de septiembre de 2011

Los jóvenes profesionales se suben a la movida "gapper" y hacen realidad el sueño del año sabático 2

Es un fenómeno mundial que ya pisa fuerte en Argentina. Estos "trotamundo" buscan algo más que conocer ciudades. Expertos consultados por iProfesional.com cuentan qué inquietudes tienen, cómo se comportan y cuáles son los destinos exóticos más elegidos. Las vivencias, según los propios protagonistas

Por Cecilia Novoa MailiProfesional.com
Los jóvenes profesionales se suben a la movida "gapper" y hacen realidad el sueño del año sabático
A ellos se los puede definir por la negativa: no son los clásicos turistas, no viajan con pasaje de ida y vuelta y no van solo a conocer ciudades y paisajes. En cambio, suelen trabajar, ser solidarios, enseñar su lengua materna y anhelan mimetizarse con la cultura que eligieron para asimilarla. Con ustedes, los gappers.

Pero ¿quiénes componen esta "tribu"? Se trata de un tipo de viajeros muy particular que generalmente buscan "ser uno más" en el destino elegido para su aventura.
Esta tendencia, que hoy pisa fuerte entre los jóvenes profesionales argentinos, debe su nombre al gap (vacío en inglés) que se produce entre una etapa de la vida y otra, y que muchos buscan "llenarla" emprendiendo un viaje.
Si bien el término gap travel fue bautizado por los ingleses luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando se veía con muy buenos ojos que jóvenes británicos viajaran por el mundo como posible medio para fomentar la paz mundial, no fue hasta la década de los 90 que esta tendencia tomó fuerza y adquirió un nuevo enfoque.

El sueño del año sabático
Como parte de este fenómeno, muchos adolescentes y adultos jóvenes, que recién terminan el colegio secundario o la universidad, se animan a cumplir un viejo sueño: viajar, tener un año sabático en el que no estarán sujetos a pautas, ni a horarios ni a exámenes que por largo tiempo tuvieron que cumplir.
Los gappers o "trotamundo" suelen ser creativos, tienen un espíritu aventurero, salen al mundo en busca de innovación y, en algunos casos, también para resolver algunas frustraciones.

Al respecto, Ana Rozenbaum de Schvartzman, integrante de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), señala que una vez que se reciben, muchos jóvenes tienden a caer en una "crisis vital" en la que se les aparecen preguntas relacionadas a qué hacer en el futuro.

El diploma en una mano...y el miedo en la otra
En el momento en que logran el objetivo -continúa la psicóloga- en vez de disfrutar y sentir euforia, algunas personalidades experimentan una sensación de mucha angustia y miedo frente a toda la incertidumbre del porvenir.

Es que como la estructura universitaria brinda una especie de organización en cuanto a las etapas, los espacios y los horarios, una vez que se sale de este ámbito, experimentan una especie de orfandad.
Así, como muchas veces los jóvenes sienten temor respecto al futuro y su inserción laboral deciden tomarse un año sabático, dedicarse a hacer todo lo que fueron postergando o a viajar por el mundo.
"La decisión de emprender un viaje es una especie de fuga, que también tiene su parte racional porque después, con las obligaciones de la vida y los contratos laborales se vuelve más difícil disponer de tanto tiempo de vacaciones", señala Rozenbaum en diálogo con iProfesional.com
Y completa: "Es una especie de fuga también por el tiempo que se toman y por los lugares que eligen, que suelen ser destinos exóticos como Nueva Zelanda o el Sudeste asiático, donde muchas veces toman empleos que nada tienen que ver con lo que estudiaron pero que allá no les da vergüenza aceptar."
En tanto, su colega Adriana Guraieb dice que estos trotamundo realizan los recorridos cuando están en una etapa de transición, con fuertes cambios biológicos, psicológicos y sociales, como por ejemplo durante el pasaje de la adolescencia a la adultez joven.
"Salen de un momento bastante estructurado, de estudios y horarios y actividades ya previstas y el futuro le es aún incierto. Así, mientras dilatan un poco el afrontar la nueva etapa, aprovechan con gusto el romper la rutina y el tener experiencias culturales y emocionales por las que jamás atravesaron", señala Guraieb desde APA.

El paso que en marzo último dieron Florencia Fraticelli y Juan Roma, ambos ingenieros y con 29 años, está en línea con lo relatado por la psicóloga.

"Este año decidimos cambiar un poco la rutina de nuestras vidas. Dejamos nuestras familias, amigos y trabajos en la Argentina para venirnos a Italia, en donde vivimos desde hace tres meses", cuenta por correo electrónico la joven licenciada en Ingeniería Química.
Fraticelli da más detalles acerca de la vivencia que por estos días atraviesan en el viejo continente: "Estamos estudiando un master. Tomamos la decisión de venirnos porque creemos que, más allá de la experiencia profesional que podamos adquirir; vivir en otro país, conocer personas de distintos lugares, con diferentes costumbres y formas de pensar, también es un lindo enriquecimiento personal."
Y, desde Como, ciudad de la región de la Lombardía conocida por el lago que lleva el mismo nombre, completa: "También aprovechamos a recorrer y conocer. Nuestra idea original es volver al país en dos años."

Sin itinerario
Generalmente, los gappers se las arreglan por su cuenta o encuentran gente con aspiraciones similares con la se reúnen, y van y vienen sin fecha fija y sin un itinerario planificado.

Así, toman distancia del grupo familiar y adquieren una experiencia de vida que valoran muchísimo y que difícilmente hagan estando en sus casas.

Este es el caso de Nahuel Funes, quien con tan solo 21 años y mientras "no muy convencido" cursaba la carrera de Letras en la UBA emprendió su aventura hacia Nueva Zelanda.
"Fui con un amigo. Allá nos dedicamos a trabajar, viajar y conocer personas. Hice trabajos que jamás hubiese hecho acá, jornadas extensísimas al aire libre, constante esfuerzo físico, ninguna posibilidad de discutir con los jefes y remuneración suficiente como para comprar un auto con el sueldo de tres semanas. Raleé árboles de mandarinas, coseché manzanas y coloqué redes en viñedos", relata el joven a iProfesional.com
"Nos cruzamos con un montón de vidas, todas muy interesantes. A los dos meses Pedro, mi amigo, se volvió por un trabajo y quedé solo viendo si bancar todo el año y viajar a Asia como hacían muchos o pegarme la vuelta y tratar de encauzar mi vida de verdad. Ganó lo último, no sé cómo, pero nunca me arrepentí", afirma.
Y de inmediato añade: "La experiencia de haber estado ahí, al otro lado del mundo, sin mucho conocimiento del inglés y en situaciones que nunca había imaginado como compartiendo una habitación con vietnamitas que no me hablaban pero sonreían, acentuó mi sentido de aventura."
Hoy, a cuatro años de su gap travel, Funes se considera "más lanzado para hacer cualquier cosa.

"Así -dice- voy creciendo. Trabajo en una editorial, sigo estudiando, pero nada sistemático. También emprendo proyectos comerciales y no comerciales que me van llenando de orgullo y satisfacción, muy de a poquito."

Pegar la vuelta
Sobre el ingreso al mercado laboral, Rozenbaum advierte que a muchos jóvenes les cuesta reinsertarse tanto en el mundo del trabajo como en su entorno social en general.
"A veces durante un viaje largo los jóvenes se acostumbran a estar mucho tiempo solo. Por otro lado, a su regreso se encuentran con un país que ha cambiado y a veces, en una realidad diferente, no consiguen el puesto en el que desean ubicarse", explica la especialista de APA.
El tiempo y el lugar de destino son relativos a cada gapper. En la mayoría de los casos se extiende por un año, ya que la idea es que en este período la persona se empape de la cultura del sitio que visita.

Nueva Zelanda, un destino en alza
En la Argentina, cada vez más común ver a jóvenes que se van a Nueva Zelanda, trabajan ahí por un tiempo, aprenden inglés, ahorran dinero y luego parten a recorrer el Sudeste Asiático.

Tomás Montes de Oca, por ejemplo, está allá desde fines de abril. "Mi novia me convenció de irnos para poder tomarnos un tiempo juntos, así que decidimos venirnos a Nueva Zelanda donde había mucho trabajo, y donde podíamos ahorrar plata para poder viajar por Asia", relata vía e-mail a iProfesional.com el licenciado en Comunicación Publicitaria.
Y completa: "Estamos juntando el dinero, pero obviamente trabajando de cualquier cosa, porque también eso nos permite viajar por este país que tiene unos paisajes increíbles y muy variados."

Desde tierras neocelandezas, el joven graduado en la UCA cuenta que su novia, Felicitas, también licenciada en Comunicación, estuvo cosechando kiwis, mientras que él trabajaba de noche empaquetándolos.
"Ahora estamos viajando hacia el sur de Nueva Zelanda para trabajar en la poda de viñedos en Blenheim, una ciudad al norte de la isla sur", añade.
Y a modo de reflexión, Montes de Oca escribe: "La idea es aprovechar que por ahora no tenemos responsabilidades en Buenos Aires y recorrer el mundo. Y no es solo este viaje, tengo planeados varios. Trabajar voy a tener que hacerlo toda la vida, así que prefiero viajar ahora que puedo."

Los programas de Work & Travel
En tanto, Verónica Ferreyra, directora de Interlatina, una agencia especializada en programas de trabajo y estudio en el exterior, comenta que en países como Nueva Zelanda o Sudáfrica los jóvenes suelen emplearse en la industria hotelera, gastronómica y también en tareas "más pesadas" como la recolección de frutas.

Allá, según aclara, se puede trabajar un máximo de tres meses para un mismo empleador.

"Para Nueva Zelanda, como la Argentina solo dispone de 1.000 visas al año de Work & Travel al año, cuando en octubre se abre el cupo, las solicitudes se agotan, literalmente, en dos horas", advierte Ferreyra en diálogo con iProfesional.com
De acuerdo a la directora de Interlatina, "los chicos que participan de nuestros programas no lo hacen por una necesidad económica sino para conocer y hacer la experiencia. De ahí, además viajan a países como Vietnam."
Para participar en este tipo de programas se necesitan entre u$s3.000 y u$s4.000, según el destino elegido. El monto suele incluir pasaje aéreo, seguro médico y en algunos casos la cobertura de los gastos del primer mes.
Y si bien los gappers no gastan grandes cantidades de dinero durante su viaje, impactan positivamente en las economías que visitan ya que el extenso tiempo de estadía equipara el bajo consumo.
  iProfesional.com

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